viernes, junio 15, 2007

Puta realidad

Viajar en metro es situarte en la putísima realidad nacional. Eso que ni qué. Por mucho tiempo tuve que atravesar toda la maldita ciudad para ir a una escuela que me cagaba y encima de eso estudiar una carrera que me repugnaba. Biología en la FES Zaragoza. La chinga diaria era levantarse a las 4:30am, dizque bañarse y lanzarse de inicio al metro, a metro CU, que puta ironía no?, pero ps ahí iba yo todo ñoño con mochila y demasiado sueño, no por el cansancio, sino por depresión. La rutina, la monotonía, caminar sin deseo de forma automática por los pasillos del metro. Los letreros, las puertas que siempre se cerraban en mal momento, los rostros de los heroicos obreros que tienen que trasladarse de sus ciudades dormitorio a las cloacas de la ciudad para chingarse una jornada de trabajo infrahumano; encontrarte a la misma gente que hacia exactamente la misma rutina que tú, igual de cansados, desgastados. De CU me lanzaba a Centro Médico, de ahí a Pantitlan, de ahí otro boleto al tren férreo y de ahí bajarme en Cabeza de Juárez para tomar un transporte, porque para colmo, el campus al que iba era el número 2, atrás del Peñón Viejo. Puta madre!

Hoy, después del museo, me lancé en metro a Bellas Artes y de ahí atravesé Eje Central para dar con el majestuoso edificio del Banco de México, hecho como bien lo diría el maestro Gonzalo Celorio, con espuma de volcan. Fui, para consultar un servicio social que trata sobre catalogación del archivo fotográfico de Banxico, la entrada fue incomoda y escandalosa, pues el policia de recepción estaba detrás de una vitrina blindada y se comunicaba contigo por medio de interfón, una vez mencionado el asunto a tratar, la puerta se abría mediante un dispositivo electrónico. ¡Tu identificación! ¡pasa tu mochila por esa banda y espera a que te scaneemos! Chale, puras putas órdenes. Ya entrando, pinche edificio, si es hermoso por fuera, los interiores son espectaculares, pues todo, todo esta forrado con mármol y detalles en oro, chambranas muy barrocas y barandales muy del siglo XIX. Me atendieron, eso si, amablemente, no esperaba menos, pues era banda que estudió en Filos y se ha rifado desde abajo para conseguirse un trabajo razonable. Me explicó que las políticas del Banco son muy exquisitas, pues detallaban que para ingresar al servicio, tenía que “aprobar” una serie de entrevistas que me aplicaría un psicólogo, un examen médico y uno psicométrico, además de claro, firmar unos papeles donde me comprometía a no decir nada, absolutamente nada de lo que se hacía ahí. Me fui.

De regreso al metro, me sumergí de nuevo en el tercer mundo, amplificadores que escupían mucha música barata, mucho, de a 10 varos y gente cansada, sudada, herida. Por Balderas se subieron unos weyes que improvisaron una obra-recital-performance con textos de Sabines y Paz. Platicaron con la gente, actuaron, y nos compartieron un buen rato. A cambio pidieron unas monedas, ya no traía, solo levante mi dedo gordo en señal de asombro y reconocimiento. Sonrieron. Sali de nuevo. El aire fresco escupió en mi cara. Lo agradecí.

No son dos mundos, es la puta realidad.

Israel Chávez

5 eyaculaciones:

El viaje en metro, ¡qué aventura, siempre nueva!
Un saludo

Entró mas o menos seguido a tu blog
te he leído, tambien los comentario que te dejan, no me parezco en nada a ti, creo que me caes mal.

Pero te leo y leeré

seguiremos así

por fin me decidí a comentar algo en tus sandeces gramaticales. se te olvido decir que me dejaron afuera. ya te recomende en mx, si no te ponen es por que de verdad eres malisímo

No seas pinche chillón. La suerte q tenías de ir a Guelatao es que por la mañana esa ruta va vacia, yo, en cambio, me iba bein apretadito, oliendo y soportando la brutalidad de la banda a las 6:30 am. Lo del banco ha de estar bien merollll, para tratar de conseguir buenos contactos.

Zelig aleph


¿Tan mal te trata la vida?