Barba

Ahora que lo pienso, la barba que lucha por salir de mi rostro obeso es muy dócil. Me gusta juguetear con ella. Hay días enteros que la cepillo con mis dedos, la trenzo, hago pequeñas rastas y si lo analizo un poco, últimamente tengo que limpiarla debido a que las sobras de comida quedan regadas sobre ella. Aún así me gusta conservarla, me gusta su aspecto. Algunas mujeres me han dicho que parecen vellos púbicos, y les contesto que sí, que de mujer, de quién más. Soy feo y aunque no me enorgullece serlo, he desarrollado una increíble tolerancia para no refunfuñar sobre mi imagen.

Llama la atención esa gente que menosprecia su autoestima a tal grado que deja de comer por mantener su imagen. Hay mujeres que no solo mantienen sus altísimos grados de estupidez con dietas, sino que peor aún, depositan su persona en el flashazo de una fotografía. Bueno, son ellas, es su mundo, es su puñetez. Por lo que a mi respecta, me gustan los excesos, creo que es la mejor manera de sobrellevar esta porquería de vida. Me da igual si es con alcohol, mujeres o comida; no importa, de algo he de morir. No hay nada que hacer: reflexiono. Mientras tanto, acicalo mi barba y miro el techo de mi habitación. Puede que mañana tenga más ánimo para escribir.

Israel Chávez Reséndiz
10:01pm